miércoles, 9 de junio de 2010

Elena García Toro, una profesora como muchas, una mujer como pocas

Autor Chilín


La sala estaba llena de niños que no conocía, el nuevo entró cabizbajo, avergonzado,una lluvia de almhoadillazos fue su bienvenida, esa escuela era muy distinta de la que hasta hacía menos de una semana había sido su primera escuela, echaba de menos a sus amigos, el camino para llegar y para volver, las veredas con jardines, las calles pavimentadas, iluminadas, que distinto era todo, los niños eran distintos, la sala era fría, las calles terrosas, un canal pestilente, que pasaba entre un aserradero y un gran sitio baldío primero y luego de atravesar la Av. Cementerio se internaba entre un basural y el camposanto en cuya entrada rezaba “Esta puerta es el camino para otro, que es morada sin pesar; mas cumple tener buen tino para andar esta jornada sin errar.”... o algo por el estilo, mientras tanto bajo el puente, los roedores de guardia, rumiaban el abandono de la ciudad. Fue un gran cambio, además en esta nueva escuela no había niñas, solo niños

La señorita Melania, fue su primera profesora en esa escuela, era muy divertida, solo estuvo con ella dos semanas, se reían mucho con ella, aunque la mayor parte del tiempo sentía que se reían de el, en fin, la primera semana pasó rápido, era semana Santa, la segunda semana estuvo marcada por la muerte de su mascota de siempre, su fiel amigo de tantas aventuras, pero esa es otra historia.

La tercera semana, conoció a la que sería su maestra por los siguientes seis años, su nombre, Señorita Elena García Toro, en el momento de entrar a la sala de clases, fue recibido por una lluvia de challas y serpentinas, uno de los niños, Julio Ugarte fue el encargado de recitar un mensaje de bienvenida gran beso de la profesora, y un gran aplauso. Esa misma semana la Señorita Elena, se dio cuenta que sabía leer y le pidió que lo hiciera frente a sus compañeritos de curso, el Libro se llamaba Corazón, de Edmundo de Amicis, era una edición antigua y una o dos veces a la semana, se leían algunas páginas, antes de darse cuenta, todos estaban leyendo. Con héroes y villanos, los favoritos Garrón, Deroso y Coreta, y entre los villanos mención honrosa para Nobis, navegando a veces a bandadas, otras con viento en Popa, siempre suavemente pero con la mano firme en la rueda del timón, entre las páginas de este y otros libros, entre los cuales su favorito era uno que se llamaba Mi Amigo, conoció las vidas de los hombres de la patria, de la picardía de los campesinos que burlaban al mismo Satanás, supo que existían lugares y culturas diferentes, que nuestro país era solo uno entre muchos, que nuestra tierra era una mota de polvo perdida en un rincón de este vasto universo, que la inmensidad del cosmos es tan interesante y maravillosa como la infinita vastedad de los átomos y sus combinaciones, conoció de sumas, restas, divisiones y multiplicaciones, estaba tan entretenido navegando bajo la conducción de tan sabio timonel que un día, mientras leía una revista de dibujos animados, antes de irse a su casa, y estando solo con su profesora, esta lo llama y le dice... hoy es mi último día de clases, llevo treinta y cinco años haciendolo, pórtate bien con el profesor que me reemplazará.- Acto seguido tomó el libro Corazón, lo puso ente las manos del niño, ahora casi un adolescente, le dio su número telefónico, besó su frente y se fue con los ojos húmedos y la garganta seca, cuando el niño llegó a su casa abrió el libro para mostrárselo a su madre y al hacerlo encontró en la primera hoja un pequeño mensaje que decía con la inconfundible y bella caligrafía de la Señorita Elena, su profesora de los últimos años,

Para el que fuera el mejor de mis alumnos, su profesora Elena García Toro, Lunes, 31 de Agosto de 1970

algunos días después, fue a visitarla, y lo siguió haciendo durante algún tiempo, la veía reacia a conversar, casi triste, después de treinta y cinco años de cultivar las mentes de cientos de niños, contrajo matrimonio, no tuvo hijos propios, porque estaba tan ocupada con sus niños que no se dio cuenta que se le pasó el tren de la vida y cuando quiso subirse, la atropelló, a los pocos meses de casada, no pudo seguir recibiendo visitas de sus ex alumnos, un accidente automovilístico, y los malos tratos de su esposo la encerraron en si misma, su alma sensible se quebró en mil pedazos, falleció en 2004, sola, triste, y abandonada, si existe justicia ahora estará en alguna escuela del paraíso esperando a sus alumnos y enseñándole a los ángeles guardianes como llegar al alma de un niño.

Al día siguiente tomo el camino a la escuela cruzó el punte, leyó quizá por milésima vez, “Esta puerta es el camino para otro, que es morada sin pesar; mas cumple tener buen tino para andar esta jornada sin errar.”... mientras tanto bajo el puente, los roedores de guardia, después de seis años roían la miseria de la ciudad, este final de año sería distinto, no estaría su señorita Elena, recordó su primer día en la escuela, lo mal que lo pasó esas dos semanas, la muerte de su perro, sería un nuevo cambio, aun que ya no era el nuevo, el nuevo era yo...