martes, 27 de diciembre de 2011

La sirena y el marinero


La sirena y el marinero


Una hermosa niña estaba enamorada de un marinero que solo amaba el mar y para sentirse amada decidió ser parte del mar, se despojó de sus ropas y caminó hacia las olas que se recogían a medida que ella avanzaba formando una muralla de muchos metros de altura que luego la rodearon y quedó en el fondo marino con una tromba marina girando en torno a ella, una a una fueron apareciendo las siete brujas y con un simple conjuro la hicieron dormir y al amanecer despertó en el centro de una rueda formada por las siete brujas, cada una de ellas tenía una caracola, cuando el primer rayo de sol iluminó el cielo, las brujas hicieron sonar sus caracolas  y la  muralla de agua que la rodeaba comenzó a girar alrededor del círculo formado por las siete brujas, elevándose mas y mas hasta llegar al cielo y convertirse en una gigantesca nube  obscureciendo completamente el amanecer, las brujas continuaron su frenético baile al ritmo electrizante de las caracolas, los truenos y el ulular del viento, se acoplaron perfectamente a la música creando una armonía maravillosa y escalofriante, la muchacha empezó a levitar, se elevó hasta perderse en la gran nube que parecía girar lentamente formando un vórtice con los colores del arco iris, mientras hacia el exterior una descomunal tormenta de rayos, vientos huracanados y granizos del tamaño de una pelota de tenis, caían amenazando inundar al mismo mar, mientras tanto el baile de las brujas había excavado en la arena del fondo marino un agujero en forma de cáliz, el vórtice creado por las nubes se transformó en una tromba en cuyo extremo el cuerpo de la muchacha giraba a velocidad de vértigo, lentamente comenzó a descender y cuando estaba a unos diez metros del suelo dejó de girar y comenzó a descender lentamente hasta posarse en el cáliz de arena, las nubes se volvieron blancas y continuaron girando , esta vez lentamente alrededor del lugar donde se realizaba el rito, la muchacha mientras tanto estaba dormida en posición fetal, seis de las brujas se arrodillaron alrededor del cáliz ahora parecían en trance

Al despertar, la séptima bruja estaba a su lado con una caracola llena de agua de mar, al principio no entendía mucho, se sentía extraña, la bruja la miró largamente, el tiempo parecía detenido, al cabo de un rato que bien podía ser un segundo o una eternidad. . . la bruja habló

-. Tu belleza, la pureza de tu amor y de tus sentimientos  han superado a la muerte, de ahora en adelante te llamarás Mar Cela, Mar, porqué ese será tu hogar, y Cela porque en tus ojos llevarás el cielo

acto seguido tomó la caracola y vertió el liquido que en el llevaba sobre las piernas de Mar Cela, un escalofrío recorrió el cuerpo de Marcela y supo que ese acto sellaba su destino, lentamente sus piernas se unieron en una sola, sobre ella se formó una hermosa cola semejante a la de un delfín,  sus fosas nasales podían funcionar tanto dentro como fuera del agua, sus ojos se volvieron de un color que cambiaba según si estaba en el mar o  en la superficie
  


Solo  quedaba esperar que el agua la cubriera, lo que ya estaba sucediendo, lentamente el mar que la rodeaba, retrocedio y luego avanzó como si solo estuviera subiendo la maréa, cuando las primeras olas tocaron su cuerpo, la bruja tomó el cuerno y lo hizo sonar, un largo, grave y poderoso sonido se propago por las aguas avisándole  a las criaturas del mar que un nuevo ser había nacido en el reino marino y el mar se preparó para acogerle en sus amorosas aguas,

Marcela nadó por profundidades que ningún humano ha visto ni verá jamás, se hizo amiga de los juguetones delfines, de las alegres orcas, de las ballenas que cantaron canciones que decían lo contentas que estaban de tenerla entre los suyos, así recorrió los siete mares, visitó cada isla, cada rincón del mar, cada desembocadura, al final se aventuró hasta los polos, un día encontró en el polo sur un pingüino muy sabio, nadando cerca de unos arrecifes.

--Hola señor pingüino, como está usted

--Esperándote --fue la lacónica respuesta del pingüino

--¿Esperándome, para que. . . ?

--Para enseñarte el camino del mar, ese que solo puede recorrer aquel que viva en los tres reinos, tu eres tierra por tu nacimiento, llevas el cielo en tus ojos y eres mar por amor

Marcela no supo que responder, solo se limitó a seguir al Pingüino quien la llevó a través de las frías aguas Magallánicas hasta donde nunca nadie había llegado, una impresionante cascada a mas de diez Km de profundidad, que se perdía en una gran nube bajo el cual  un torbellino,  comunicaba ambos polos

--Hasta aquí puedo acompañarte, el resto del camino debes hacerlo sola, solo recuerda que debes confiar en tus instintos

Marcela se despidió del Pingüino y se sumergió en el torbellino, al principio era como caer en un tobogán sin fin, luego unas rocas amenazantes aparecieron en su camino, la espuma que a esa profundidad era de un color rosa pálido le indicaban donde era mas seguro, luego una suerte de laberinto de toda clase de elementos pusieron a prueba todos sus reflejos y después de lo que le pareció un viaje interminable llegó al lugar de donde había salido, su amada isla en el mediterráneo, la playa donde se había convertido en sirena, subió a una roca plana que estaba cerca y mientras peinaba su hermoso cabello un Marinero se acercó a ella, era el, aquel ser que ahora le estaba prohibido, antes de que pudiera darse cuenta de quien era se lanzó al agua, el que era un experto nadador se lanzó también
--No temas le gritaba--mientras nadaba hacia ella--no te haré daño
--No te temo, pero no debes verme, no pertenezco a tu mundo
dicho esto se sumergió y volvió al polo sur de donde había salido, durante mucho tiempo se dedicó a recorrer aquel maravilloso lugar y descubrió entre otras cosas que a través de el podía llegar a cualquier lugar que  escogiera en solo un instante,
Un día mientras exploraba unas cavernas que parecían hechas de cristales luminosos encontró en el centro uno que tenía características muy especiales, tenía forma piramidal y con solo poner la mano en el podía ver cualquier lugar dentro o fuera de este mundo, en eso estaba cuando por fin encontró a su marinero, se veía triste siempre mirando al mar, como si buscara algo muy importante para el, ya sea en tierra o en alta mar, mientras navegaba su extraordinaria habilidad con las velas le permitían navegar a bandadas casi como si fuera contra el viento, a Marcela le fascinaba verlo, mientras lo hacía, admiraba su habilidad, su destreza que hacían parecer que había nacido en el agua, un día lo sorprendió una tormenta, era como si el mar, su eterno compañero de aventuras y el cielo que siempre le había proporcionado vientos de popa cuando lo necesitaba, o vientos arrachados cuando quería jugar con el velamen, no quisiera mas su compañía, sin aviso el viento de cola lo llevó rápidamente a los arrecifes donde esa visión que atormentaba sus sentidos, que no le permitía dormir por las noche y cuando lograba hacerlo, dos trombas azules lo llevaban al fondo del mar… a unas tres o cuatro millas de la costa, echó el ancla y se quedó al pairo por largo rato, una suave y calida brisa acarició su rostro, levantó la vista y pudo ver un cielo como nunca lo había visto, ya era tarde y comenzaban a aparecer las estrellas entre la que destacaba la estrella polar, se quedó mirándola y le pareció que la estrella polar lo veía también, recordó aquella vez que estando en el sur del mundo y vio por primera vez la cruz del sur, esa vez había sentido lo mismo. –El firmamento  son los ojos de dios, y la cruz del sur y la estrella polar son sus pupilas, cerró los ojos y en ese estado de ensoñación, que precede al dormir las vio juntas como si fuera una sola constelación, la estrella polar y la cruz del sur, como dos ojos que le llamaban, le pedía que saltara al mar que nada malo le pasaría, una repentina ráfaga fría lo despertó, justo a tiempo para esquivar la gran ola que se acercaba como un felino agazapado para levantarse en el último segundo y destruir a su víctima---No esta vez, viento endemoniado, no esta vez, dijo, mientras miraba de que dirección arreciaba el temporal, Afortunadamente la vela mayor estaba bien estibada y con la pequeña vela triangular le hizo frente a la tormenta, un pequeño y muy bien calculado golpe de timón puso la embarcación en la posición perfecta para aminorar el golpe y al mismo tiempo ponerse a salvo de la embestida de la ola, a pesar de la enorme concentración que exigía la lucha contra los elementos continuaba viendo en su mente lo que el había llamado, “los ojos de Dios” mientras luchaba incansablemente se dio cuenta que lo amenazaba otra miríada de olas de todos los tamaños y que parecían venir de todas las direcciones posibles, haciendo muy difícil tomar la decisión correcta, comenzó a maniobrar para ir a mar abierto, por lo menos allí los arrecifes, eran un peligro menos, por fin y después de varias horas de tensa lucho logró llegar al lugar donde quería, el viento ahora era uniforme el sol se asomó entre las nubes y comenzó a soplar viento sur sur este, suave pero continuado, Calculó que en tres o cuatro bandadas llegaría al fondeadero, la nave estaba maltratada pero lo llevaría sano y salvo a su hogar, al girar la embarcación preparándose para recibir la segunda bandada, un toque del cabo que sujetaba la pluma de la embarcación y la vela se infló como si hubiera estado años bajo el agua y necesitara respirar, inflar sus pulmones y seguir adelante estaba a punto de girar la rueda del timón cuando se enteró de que algo había cambiado, una zona mas limpia y el cambio de movimiento de las olas mas pequeñas, le indicaron que estaba a punto de zozobrar, un potente sonido que indicaba que su nave había sido atacada por una roca aguja que partió su embarcación arrojándolo al agua, Marcela que no había dejado de observarlo,  supo que tenía que actuar rápido y sin pensarlo salto al torbellino y llegó al lugar donde zozobrara su amor, subir a la superficie era demasiado peligroso para el, así que tomo impulso y con su preciada carga dio un salto de varios metros, sobre la superficie del mar suficiente para que su marinero pudiera tomar una bocanada de aire, luego atravesó  el torbellino nadando como nunca lo había hecho, iba tan rápido que parecía que los obstáculos se apartaban de su camino para no ser destruidos, en un instante apenas, pero que a Marcela, le parecieron una eternidad… llegó a una cálida playa y depositó el cuerpo de su amado amorosamente en la orilla, aunque débilmente, aun respiraba,  a lo lejos divisó la figura de una mujer que se acercaba y se escondió en el agua para vigilar, la mujer se acercó al marinero le dio de beber de una caracola y se sentó a su lado, minutos mas tarde el marinero despertó, miró a su alrededor como si buscara algo muy importante. . . la mujer sonrió y habló unos segundos con el

Haz atravesado el mar por la cascada de los tres mundos, ahora perteneces a los tres reinos por lo tanto puedes amar a las criaturas del cielo del mar y de la tierra, Marcela que escuchaba nadó hasta la orilla, su cuerpo de sirena recobró sus piernas y por fin sus ojos vieron los ojos de aquel a quien tanto amaba, el también la vio, miró sus ojos profundamente azules, sin embargo  sus pupilas reflejaban las constelaciones  que veía en sus sueños y que el llamaba los ojos de Dios y supo que era ella, la vio majestuosa, hermosa, acercándose a el, altiva y serena, el mar le proporcionó el mas puro de los trajes de novia urdido en la telar de los arrecifes y tejido por las olas del mar, la espuma que la cubría la hacía lucir irreal, su corona de perlas brillaban con la misma altivez de su dueña e insolentes devolvían a la luna sus rayos de luz, el  sin miedo alguno caminó hasta donde la esperaba la misteriosa sirena, esta vez no se escondería por que ahora el era libre de amarla hasta el fin de los tiempos sin abandonar el mar que tanto amaba, porque ahora el también podía vivir en el mar o en la tierra